Los trabajos de la artista Josefa Abellá en una muestra de atractivo misterio: puertaS.
En la remota antigüedad las ciudades eran designadas, frecuentemente, por el nombre de sus puertas. Así estaba la “ciudad de la puerta de Ishtar”, o la de Ur-Nunna, en la Mesopotamia, o la más antigua, quizás, de Homero, cuando hablaba de la “puerta de marfil”, para aludir a la entrada de los sueños. Siempre la puerta como entrada del mundo en el tibio abrigo humano, o a la salida, para ingresar al orbe y sus incógnitas. Josefa Abellá escoge, deliberadamente, el sugestivo símbolo de las puertas, y nos lleva a recorrer, pausadamente, sendas de viejas ciudades nuestras, o de países limítrofes y logra siempre, crear una íntima comunicación con cada espectador. Ciudades norteñas captadas con buenos ángulos, instantes y luz, reviven ante la pupila pero, y aquí esta el “pero” que importa, Abellá descubre con su labor, la vida recóndita y el símbolo de estas puertas, o de una sola puerta quizás, que regresa del tiempo y de la historia.
Cada una esta acariciada por la paciente mano del tiempo, y en su materia, enmarcada por paredes desportilladas, ladrillos vetustos semejan conservar en su silencio la memoria, la calidez y la presencia de tanta ausencia. Milenarias, antiguas como la misma humanidad, símbolo que retorna del mito a nuestra historia, Josefa Abellá, ha sabido descubrirlas para nosotros y el tiempo que compartimos. La artista nos conduce a descubrir el mundo que suponíamos conocer, y por su fecundo trabajo recuperamos, también, recuerdos que creíamos, ya, borrados. Y que aguardaban, en el fondo de la memoria, el toque mágico de Josefa Abellá con su rito y su cálido amor!
Jorge Héctor Paladini
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