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9 sept 2009

... En ciertas épocas, en ciertas sociedades, el teatro tuvo una gran función social: reunía a toda la ciudad en una experiencia común, que era el conocimiento de sus pasiones. Hoy esta función la cumple, a su manera, el deporte.
Pero la ciudad ha crecido: ya no es una ciudad, es un país, y muchas veces es, por decirlo así, el mundo entero; el deporte es una gran institución moderna metida en el molde ancestral del espectáculo.



¿Por qué?
¿Por qué hay que amar el deporte?
Conviene recordar en primer lugar que todo lo que le sucede al jugador también le sucede al espectador. Pero mientras que en el teatro el espectador solo es un mirón, en el deporte es un actor.

Y además, en el deporte, el hombre no se enfrenta directamente al hombre; entre ellos hay siempre un intermediario, una bola, una máquina, un disco, una pelota. Y esta cosa es el símbolo mismo de las cosas: uno es fuerte, hábil y valiente para poseerla, para dominarla.

Aquí, mirar no solamente es vivir, sufrir, esperar y comprender, sino que es también, y sobre todo, decirlo con la voz con el gesto, con la cara: es manifestarlo ante el mundo entero. En una palabra, es comunicar.



Finalmente, hay en el hombre unas fuerzas, unos conflictos, unas alegrías y unas angustias; el deporte las expresa, las libera, las quema, sin dejar que nunca destruyan nada. En el deporte, el hombre vive el combate fatal de la vida, pero ese combate está distanciado por el espectáculo, reducido a sus formas, liberado de sus efectos, de sus peligros y sus vergüenzas: ha perdido su carácter nocivo, pero no su esplendor ni su sentido.





¿Qué es el deporte? El deporte reponde con otra pregunta: ¿quién es el mejor?

Pero a esta pregunta de los antiguos duelos, el deporte le da un sentido nuevo, pues aquí la excelencia del hombre tan sólo se busca respecto a las cosas. ¿Quién es el mejor de los hombres para vencer la resistencia de las cosas, la inmovilidad de la naturaleza? ¿Quién es el mejor para trabajar el mundo y dárselo a los hombres... a todos los hombres?

Esto es lo que nos dice el deporte.


A veces quieren hacerle decir otras cosas. Pero el deporte no sirve para eso.




Roland Barthes, Del deporte y los hombres.

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